
Hoy llegamos hasta la playa de Matalascañas. Está amaneciendo y aún está solitaria. Pero alguien ha estado allí antes, y no ha ido solo; vemos numerosas huellas en la arena: son las patitas de las aves madrugadoras. Desde horas muy tempranas, se puede escuchar su despertar con una orquesta ensordecedora que poco a poco va bajando de tono hasta que la luz domina todo el horizonte.
De vuelta en la Grand Voyager disfrutaremos de las maravillosas fotos y el vídeo que hemos grabado gracias a su sistema multimedia de 30gigas.
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